lunes, 1 de mayo de 2006

...fallo interno sin determinar

El colmo de la desesperación es cuando te cuentan un problema y no encuentras nada digno que decir. O peor todavía, cuando sabes perfectamente lo que hace falta para aliviar el escozor, pero te da pudor soltar un consejo en vista de la vergonzante dirección que está tomando tu propia vida.


Algo estoy haciendo mal.

Es como vivir esperando a que te caiga un rayo, lo que es ciertamente posible estando en el sitio y el lugar debido. En algunos casos es hasta probable, y si te esfuerzas y ya le vas metiendo al asunto otro tipo de recursos, te puedes asegurar premio.

Y algo debo de estar haciendo mal, pero no sé qué.

Bueno, es una comparación no metafórica acerca de otro tema. Quiero decir; son casos análogos. Digo, esta entrada está sucumbiendo a la presión de saber que será leída, y que está acortando la distancia entre lo que quiero decir y el punto final.

3 comentarios:

  1. Yo en estos casos suelo acudir al clásico y sabio: "Haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga"

    ResponderEliminar
  2. Poniente, quien sea totalmente íntegro en esta vida que tire la primera piedra... lo que ocurre es que yo puedo justificar casi cualquier cosa estúpida que se haga. Y no sé consolar. Lo sé porque cuando me han consolado así, me han dado ganas de tirarme al cuello y estrangular a esa persona.
    Igual lo mejor es escuchar y ya.

    Por cierto, cómo me molan los hoteles y el rollo este de las habitaciones numeradas, las moquetas... que te despierten por teléfono... :P
    Gracias por lo de curioso, qué curioso.

    ResponderEliminar
  3. Pues si, la verdad es que es mejor escuchar y nada más, que dar un consuelo para apuntillar al doliente...

    ResponderEliminar