lunes, 20 de febrero de 2006

Las letras sólo sirven para escribir números

Cuando ese señor con su típico discurso vehemente, ha soltado aquello, no sospechaba que me reía histéricamente de la gran parida. Y luego me he acordado de un tema recurrente estos días atrás acerca de la cultura y la apropiación de la universidad por parte de los empresarios, el sistema productivo, el comercio, y el usar y tirar.

Si tuviera todo el tiempo del mundo, no lo dedicaría a mover la manivela, sino a comprender cómo y para qué moverla.

miércoles, 15 de febrero de 2006

Maldito archivo pdf

La he visto, está ahí en Internet colgada. Y en mi disco duro. Pero no la quiero leer, porque sería como comer cristales. Cuando algo me gusta, me pongo mala. Y cuando quiero algo, intento no conseguirlo con todas mis fuerzas, porque la parte más chula de los deseos es esa; la de no poder tenerlos. Ya, patológico, ¿no?

Pero es que mi último deseo es tan grande que como lo consiga se me acaban las razones pa viví.

Y no es un Powerbook de esos. Es más caro.

sábado, 11 de febrero de 2006

Otra vez en clase del decartiano

Uno no se debería de vanagloriar por los éxitos inesperados. Es decir, puedo hacer un examen de mierda y que me aprueben, pero aún así el examen seguirá siendo una mierda. Me voy a alegrar pese al susto, en compensación por mis futuros suspensos injustificados.

Que no inesperados. Porque para mi angustia, he mirado el horario del siguiente cuatrimestre para encontrarme matriculada en tres asignaturas -tres, nada menos- impartidas por el demoño de la facul. Un tipo al que tengo pavor irracional, y además juzgo maligno y retorcido como casi todos los que arrastran con un pasado seminarista. Esos pobres casi curas, martirizados por no haber podido aguantar los rigores del sacerdocio, y que andan esparciendo la filosofía del dolor de vivir, el esfuerzo de aprender, y el no llegarás hasta donde estoy sin pasar sobre mi cadáver (Y eso, por encima de TU cadáver).

Tengo miedos de este señor, de su cadencia de voz, de sus juicios apretados.

No quiero pensar, dijo, que haya a quienes les hagan las redacciones en casa.

Seguro que no lo quieres pensar, colmillo en tirabuzón, seguro que has intentado con todas tus fuerzas creer en las posibilidades de tus alumnos...

Y encima lee a Descartes.

Mamá miedo.

viernes, 10 de febrero de 2006

too much information

Estoy haciendo cositas muy malas con el google. Como dice Tolstoi,
El conocerse demasiado o demasiado poco, constituye un estorbo
Y a veces, simplemente, se obtiene too much information.

::))

miércoles, 8 de febrero de 2006

Nada productivo, nada incómodo. Resumiendo: nada.

Bueno, pues ya sólo queda esperar sentada a que lleguen los emails con mis notas. Hace un par de días que no duermo caliente de vergüenza, imaginando la escena de un profesor leyendo cualquiera de mis desastrosos exámenes. Siento que hay ciertas cosas básicas, como escribir, que no domino como debería. Y que las ideas me salen como las tengo; enmarañadas y caóticas. Por eso la gente inteligente escribe bien, y la gente creativa escribe de manera poco clara. Y sólo son buenos escritores los que presumiblemente reúnen ambas condiciones. Y además son ordenados.

Por otros lados, tomando como ejemplo el post de abajo, las personas emotivas deberíamos irnos al Congo con alguna ONG, y evacuar las emociones estúpidas por el canalete de la cruda realidad. Y nunca tener un blog para ponerte en evidencia.

Me sigue pareciendo una neurosis lo que se está haciendo con el tabaco. Con la obsesión por dificultar la venta, no se reducirá la compra. Hay un largo precedente, por no decir un vasto presente, en otro tipo de drogas legales e ilegales. Hace dos años, cuando aún vendían tabaco junto a las chuches y el periódico del día, aquí en el kiosco de la universidad, nunca se me había ocurrido comprar, o fumar mientras estudio.

En cualquier caso, me alegro que se ponga de moda el no fumar. La moda es la única ley que todos seguimos aunque nos joda.

Y bueno, ya sólo me queda recordar a las gentes que aunque esté muy antisocial estas últimas semanas, yo sé que vosotros lo agradecéis, amigos míos de vidas plenas. Mi retahíla de quejismos se ha tomado vacaciones para comprobar si es posible la independencia en la miseria y la hartura. Y por ahora parece que sí. Mientras tenga un destornillador y un extracto bancario cerca, no molestaré a nadie que se deje.