viernes, 9 de junio de 2006

A mi me pueden despreciar, pero Anne Rice se volvió católica...

Del cuarto libro de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice sólo me gustó el final. Y cuando digo final digo las frases que le ponen el fin. Para entonces ya sabíamos hacia qué mal sitio estaba yendo esta escritora, y cómo las cosas que nos gustaban no lo hacían sólo por el momento en que las estabamos viviendo; postadolescencia, fin del romanticismo, hola al siguiente estadio de la realidad... No, el hecho claro y confirmado con el paso del tiempo y de los siguientes libros publicados, es que Anne Rice ya no escribe igual.

Lo peor es tocar techo, no fondo.

Esta mujer perdió una hija de cinco años y escribió una novela corta, allá por los años setenta, cuando ya era licencida en escritura fantástica y alcoholica perdida. La tía estaba claro que conocía los secretos de estructurar una historia para llevar a los lectores justo donde ella quería. Confesiones de un vampiro nos metía en un cenagal de cuestiones morales del que saliamos sucios hasta el cuello. La soledad, la angustia, la muerte, lo irreparable, el miedo, lo irracional, lo desconocido. Todos los sentimientos eternos que conlleva la humanidad, quitando de en medio la principal regla del juego: que al final te mueres.

Los vampiros no se morían. O podían elegir no morirse.

Ya sabemos que el envoltorio estaba creado, aunque el regalo fuese en cada caso distinto.
A. R metió en la caja un poquito de rabia, un poquito de alquimia, un poquito de new age, un poquito de escribir ida y sacó su valiosa basura para que todos pudiesemos consumirla cómodamente sin esfuerzo.

Luego añadió temáticas obsesivas; las siguientes dos entregas ya venían con temáticas politico - religiosas, sexuales y demás pilares de la tierra.

Y entonces se acabó. Igual que un día te miras y no te reconoces, ni reconoces lo que escribes, ni te gusta lo que ves.
Un día se apaga la mecha, y no sabes si será para siempre, o no, o si alguna vez estuvo encendida. O si es ahora cuando ves las cosas con su verdadera luz.

Pero qué cojones, sí lo sabes.

Los vampiros entonces se enterraban en sus ataúdes, y fingían estar muertos durante años, siglos quizá... tenían su pequeña muerte antes de renacer.

2 comentarios:

  1. Seguramente esta mujer ha contado todo lo que tenía que decir... (por ahora)

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  2. no, que va... sigue contando a buen ritmo... profesionales bestsellers...

    aburridos :(

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