domingo, 13 de noviembre de 2005

Aquí no hay quien viva

Hace frío. Estos dos últimos días ?también llamados fin de semana - he vivido enroscada en mi edredón de plumas, viendo mucha televisión e intentando engordar las reservas para cuando no me quede otra que salir pafuera.

En la cocina alguien limpia los restos de mi existencia, en el baño recogen los minipelos que abandono en el cepillo, en el cuarto de la plancha cosecho mis coladas impolutas libres de arrugas y nunca, nunca cojo el teléfono. Si no viviera con la más experta ama de casa del mundo, tendría que salir de mi hibernación para hacerlo todo. Tendría que reaccionar rápido cuando se atascase el fregadero, la lavadora vomitase el agua o hubiese que cambiar la bombona del gas. Me pasaría tardes enteras de pie, planchando mis propias camisas. Y lo peor que le puede pasar a una depresión; tendría que bajar a por la compra, lo que probablemente supondría encontrarse gentes de ésta mi comunidad, algunos de los cuales incluso son familiares. Que horror.

Por suerte, mis depresiones se pueden acomodar durante días y días sean festivos o no, entre sábanas siempre limpias, almuerzo a las 2, siestas de seis horas y un mando a distancia.

Así no hay quien viva, coño.

3 comentarios: