domingo, 12 de marzo de 2006

El diapasón familiar

Últimamente me cuesta hacer cualquier cosa, desde comer hasta dormir, leer a escribir, pensar o hablar con la gente. Incluso me muevo más lentamente, y todo me va despacio como si el aire se hubiese vuelto espeso o estuviese a seis mil metros de altitud (o como imagino que debe de ser).

Durante el día le doy vueltas al mismo tema de siempre, y al final acabo también como siempre, con un montón de tiempo perdido y sin conclusión a la vista. Luego, por la noche, cuando me entierro bajo el plumas y me tapo la cabeza, algo se enciende en mi cerebro, la sangre me hierve y tengo que destaparme para poder seguir respirando.

Hace unos días mi tía permaneció parada como treinta segundos frente a un semáforo en verde, mientras los coches la esquivaban cambiando de carril.

Debemos de tener hongos alucinógenos en casa.

2 comentarios:

  1. Pasate uno y hagamos conclusiones. Es culpa del estres al que estamos sometidos, sobre todo cuando se empieza a colar por el aro.

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  2. Recientemente le dieron a usted un libro muy muy corto en el que salían hongos alucinógenos. Podría echarle un vistazo de vez en cuando en el cursi cursillo.

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