sábado, 11 de febrero de 2006

Otra vez en clase del decartiano

Uno no se debería de vanagloriar por los éxitos inesperados. Es decir, puedo hacer un examen de mierda y que me aprueben, pero aún así el examen seguirá siendo una mierda. Me voy a alegrar pese al susto, en compensación por mis futuros suspensos injustificados.

Que no inesperados. Porque para mi angustia, he mirado el horario del siguiente cuatrimestre para encontrarme matriculada en tres asignaturas -tres, nada menos- impartidas por el demoño de la facul. Un tipo al que tengo pavor irracional, y además juzgo maligno y retorcido como casi todos los que arrastran con un pasado seminarista. Esos pobres casi curas, martirizados por no haber podido aguantar los rigores del sacerdocio, y que andan esparciendo la filosofía del dolor de vivir, el esfuerzo de aprender, y el no llegarás hasta donde estoy sin pasar sobre mi cadáver (Y eso, por encima de TU cadáver).

Tengo miedos de este señor, de su cadencia de voz, de sus juicios apretados.

No quiero pensar, dijo, que haya a quienes les hagan las redacciones en casa.

Seguro que no lo quieres pensar, colmillo en tirabuzón, seguro que has intentado con todas tus fuerzas creer en las posibilidades de tus alumnos...

Y encima lee a Descartes.

Mamá miedo.

2 comentarios:

  1. No dejes nunca que nadie te aterrorize, tienes que ser mas listo que tu enemigo y como buen capitan de un barco tener siempre presente cualquier situaci?n, permanecer en calma y si tienes que morder !!HAZLO!! relajada sera mas placentero y sangriento.

    ResponderEliminar
  2. Las relaciones entre profesores y alumnos son diferentes de cualquier otra. Se supone que tu pagas por obtener un beneficio, pero lo que obtienes son millones de condicionantes para aprender. Tienen demasiado poder, al menos si estudias una carrera de letras. Te suelen meter un porcentaje enorme de paja, prejuicios y opiniones personales.
    Tuve un profe que impartía novela en la década de los 90; pues sus apuntes consistieron en ciento y pico artículos de Javier Marías y la lectura de Corazón tan blanco como obra cumbre. Y de regalo, la novela de un otro profe de mi universidad.
    A mi no me dan miedo los profes, pero con ese tio lo normal es sentir que te toman el pelo.
    En flin, al final sólo queda formarse para no tragar.
    A ver si todo se pone en su sitio en tu tema, un abrazote.

    ResponderEliminar